martes, 24 de septiembre de 2013

Hay alarma en el Gobierno K: Moreno no logra juntar dólares y crece la tensión en la plaza cambiaria

Ya pasaron ocho meses y el funcionario sumó u$s6.300 millones de los u$s12.000 millones que se había propuesto como superávit comercial para el año. Para peor, no puede frenar algunas importaciones, como las de energía y autopartes, por su impacto en la economía. Consecuencias



POR JUAN DIEGO WASILEVSKY

En los últimos años se había instalado la idea de que el Gobierno, más precisamente el secretario Guillermo Moreno, podía resolver todo con un par de llamados por teléfono. En especial, si se trataba del superávit comercial, es decir, el resultado entre exportaciones e importaciones. 

Con su manejo minucioso y personalizado, el funcionario se hizo fama de tener completamente bajo control el saldo de la balanza. Como si desde su despacho, pudiera regular con facilidad y a su antojo el intercambio comercial de la Argentina con sus decenas de socios.

De hecho, cada año que arrancaba, Moreno se ponía metas de superávit. Y lo cierto es que cada vez que se lo propuso, cumplió.

El poder de fuego del funcionario reside en que tiene la potestad de controlar todas y cada una de las operaciones de importación que realizan las empresas argentinas. De modo que "cajonear" una solicitud no le representa mayores inconvenientes.

El problema es que su influencia termina donde empiezan las necesidades de la administración K.
Así las cosas, en un año electoral como el actual, en el que es prioritario mostrar estadísticas positivas, resultaba muy tentador festejar récord de ventas de autos como una muestra de la solidez de la economía. Esto se tradujo en que el funcionario tuviera órdenes estrictas de no entorpecer el ingreso de autopartes.

Tampoco era viable que el Gobierno aceptara mansamente la posibilidad de que le estalle una crisis energética. La consecuencia de esto fueron importaciones de derivados de petróleo y gas en sus máximos históricos, para evitar así que haya mayores problemas en el suministro o faltantes de gasoil en las estaciones. De modo que, en este terreno, Moreno también quedó atado de manos.

Pero la influencia del secretario es menor aun en el plano exportador: con sus telefonazos no pudo obligar a que las cerealeras agilicen las ventas de granos, o que el mundo adquiera más productos con sello argentino, especialmente en momentos en que numerosas ramas de actividad se ven golpeadas por la pérdida de competitividad.

Así las cosas, con importaciones irremediablemente en alza y ventas al mundo desacelerándose, el saldo comercial está lejos de ser el que esperaba el Gobierno en el arranque del año.

En efecto: según datos oficiales, contabilizados ocho meses, el superávit apenas alcanzó los u$s6.300 millones, una cifra considerablemente baja y que representa una caída del 32% en relación a los u$s9.300 millones logrados en el mismo período del año pasado.

De este modo, al Gobierno se le está terminando el año y se le va alejando la posibilidad de superar la meta de u$s12.000 millones que se había propuesto el funcionario.

"Para este 2013 prevemos que el saldo se moverá en torno de los u$s8.500 millones, lo que significa cerca de u$s4.000 millones menos que el año pasado", sostuvo Mauricio Claverí, economista de Abeceb.

Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, coincidió en fijar el superávit en u$s8.500 millones, como consecuencia de "exportaciones que se han desacelerado notablemente, a una tasa del 5%, e importaciones que más que duplican ese nivel".

"La contracción del saldo comercial no es, ni más ni menos, que el resultado del agravamiento del déficit energético y de una economía afectada por el atraso cambiario, que lleva a que haya más estímulos para importar que para vender al mundo", acotó el experto.

De confirmarse un superávit del orden de los u$s8.500 millones, implicará un desplome de más del 30% respecto al año anterior y el peor nivel en toda la era kirchnerista.

Pero no sólo eso: este resultado "flojo", también dejará más debilitado a Moreno quien, por primera vez, no habrá podido cumplir con sus propias metas.

En definitiva, será el triunfo del mercado por sobre la política del cerrojo y de los telefonazos, lo que deja en evidencia las limitaciones de manejar el comercio exterior de un país en medio de tantas urgencias en el plano económico.

Un futuro menos optimista

Para 2014, los expertos son todavía menos optimistas: desde Abeceb pronostican que el superávit continuará reduciéndose para ubicarse en alrededor de u$s5.700 millones, una cifra que resultaría crítica en un contexto de tensión cambiaria, caída de reservas, y que recuerda a los magros niveles que dejaba el comercio exterior en tiempos del "1 a 1".


Según Claverí, "el Gobierno se está quedando sin margen de maniobra para revertir la tendencia. 

Y hay factores que pasarán a jugar más en contra, como el problema energético, dado que el déficit pasaría de los u$s6.600 millones que prevemos para este año a unos u$s10.000 millones para el 2014".

Según el experto, "ya se están analizando mayores importaciones de gasoil, fueloil y gas natural licuado para el año próximo y esta es una de las principales causas que explicarán una nueva caída del saldo comercial".

El hecho de que una de las últimas fuentes de divisas estadounidenses esté flaqueando, terminará confirmando las pocas chances que tiene el Banco Central de recomponer reservas.

Para Castiñeira, las mismas cerrarán el año en torno a los u$s35.000 millones, es decir, u$8.300 millones menos respecto del cierre de 2012.


"El año ya está jugado en materia de superávit y de reservas. No vemos probable que se pueda revertir la tendencia", alertó el analista.

De cara al año próximo, la pobre dinámica exportadora, también volverá a meter la cola en la entidad que conduce Mercedes Marcó del Pont: desde Econométrica estimaron que hacia fines de 2014 las reservas apenas superarán los u$s25.000 millones, una cifra que equivale a la mitad del pico histórico logrado a mediados de 2011.

En este contexto, Castiñeira marcó un punto no menor: el fracaso del plan Cedin.

"Con el plan de blanqueo, el Gobierno intentó tender un puente entre la cosecha actual y la de 2014, para garantizarse más dólares en momentos de escasez. Pero no le funcionó, dado que apenas superó los u$s100 millones, una cifra mínima en relación con los u$s4.000 millones que aspiraba captar", aseguró.

El campo no ayuda

Días atrás, luego de que se conociera la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), de posponer la quita de estímulos, la administración K respiró aliviada, dado que un dólar débil es sinónimo de monedas apreciadas -como el real brasileño- y de precios de materias primas fuertes.

Para Castiñeira, esto genera que el escenario próximo sea de menores urgencias, pero no por ello más "relajado".

En este sentido, el hecho de que no se prevea una fuerte devaluación en Brasil de cara al corto o mediano plazo, que ponga en mayor riesgo a la industria argentina, no evitará que el Ejecutivo siga con su plan de aceleración de la tasa de depreciación del peso.

"El Gobierno está sintiendo en carne propia los efectos del atraso cambiario. Por más que el real no se debilite, el plan seguirá siendo que el ritmo de deslizamiento del dólar acompañe al de la inflación", comentó Castiñeira.

En el plano de las materias primas, en tanto, el experto prevé que el nuevo contexto brinde algo de sostén a las cotizaciones, pero no ve posible una "súper soja" cercana a los u$s600 la tonelada, como sucedió en el pasado.

"Una oleaginosa tan fuerte fue el resultado de una coyuntura muy particular, principalmente por la sequía en América latina y la caída de los stocks mundiales, algo que no se vislumbra en la actualidad", resaltó.

Más pesimista se mostró el consultor Salvador Di Stéfano, especializado en agronegocios, quien aseguró que, pese a los anuncios de la Fed, la coyuntura no dará lugar a precios muy elevados.

"La crisis en Siria no explotó y, tras la cosecha en Estados Unidos, también se espera una excelente campaña en Brasil, con más de 90 millones de toneladas de soja. Todo esto le quitará presión a los precios de la oleaginosa", destacó el experto.

En el mercado de Chicago el cierre de la semana previa demostró que pesó más la perspectiva de una gran oferta futura de granos que el potencial escenario de un dólar débil. 

"Los futuros de soja cerraron en baja, ante ventas técnicas y la presión estacional por la inminente cosecha estadounidense", confirmaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario.

Así las cosas, la posición marzo 2014, que resulta clave, porque es cuando entra al mercado la cosecha argentina, tocó el viernes los u$s477 la tonelada, mientras que antes del anuncio de la Fed estaba más próxima a los u$s490.

Di Stéfano sostuvo que "el Gobierno ya no podrá vivir autofinanciándose con la soja, dado que su menor precio disminuirá el ingreso de dólares, al tiempo que impactará en la recaudación fiscal. Se viene un año difícil en materia de divisas".

En este contexto, un informe de la Cámara de Exportadores (CERA) estima que el año próximo, las ventas al mundo sumarán u$s84.800 millones, frente a importaciones que rozarán los u$s80.300 millones, lo que llevaría el saldo comercial a u$s4.500 millones.

Esta menor inyección de divisas, según Di Stéfano, "generará que el Gobierno intente, por todos los medios, cerrar las canillas por las cuales más dólares se le están fugando, como el turismo internacional o las importaciones de autos".

Entre los economistas también prevén consecuencias en el plano cambiario, derivadas de este menor ingreso de divisas, dado que el nivel de reservas del BCRA en función de la cantidad de pesos en circulación no hará más que meter una mayor presión al valor del blue.

Es decir que la menor oferta de dólares tendería a convalidar una mayor brecha entre la cotización del oficial y la del informal.

Pero tan preocupante como el menor poder de fuego del Banco Central, es el desgaste que está sufriendo en carne propia Guillermo Moreno, quien se había convertido en "garante" del superávit y que ahora no puede mostrarle buenos números a la Presidenta.

Justo él, que durante años se había jactado de que manejaba "de taquito" algo tan complejo como es la relación comercial de un país con el resto del mundo. 

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