Mariano Gorodisch
Por culpa de lo que escribiste hoy me llamó otra vez, a los ladridos como siempre”. La frase parte de la boca de uno de los financistas que conoce a todas las personas claves de la City porteña, y tiene diálogo con Guillermo Moreno.
“Lo de diálogo es una forma de decir, porque lo único que hace es monologarte a los gritos, y no te dejar meter ni un solo bocadillo entre frase y frase”, se queja el ejecutivo, que se cuida en todo momentos de no mencionar el nombre del secretario de Comercio Interior, como si tuviera miedo a algún micrófono oculto que detone una alarma si llegara a nombrarlo.
Otro de los recursos que comenzaron a utilizar los ejecutivos financieros es tener otro teléfono para hablar de ciertos temas claves. “El de mi oficina y mi celular los tengo intervenidos, así que cuando tengo que preguntar el precio del billete lo hago con este telefonito”, revela la fuente, y muestra un aparato viejo, como los de antaño. Aunque también le pide prestado los celulares a los cadetes o secretarias para poder hablar sin temor a ser escuchado.
Lo cierto es que, con cada escalada del billete, el funcionario se pone furioso, al punto que su última ocurrencia habría ido por el lado de imitar al gobierno chavista y prohibir que se publique el precio del blue.
El Cronista consultó durante varios días a la secretaría privada y a la jefa de Prensa de Moreno para chequear estos datos, pero no obtuvo respuesta alguna. Según cuentan en la plaza, para no pagar él mismo el costo político de su medida “no escrita”, le pidió a ciertos financistas de la City porteña que le digan a los medios que no escriban más el valor del dólar paralelo. ¿Se viene la “lechuga verde”, como en Venezuela, que está prohibido decir el valor de la divisa en el mercado negro? Por ahora por suerte no, aunque los mayores beneficiados serían las propias cuevas, que podrían cobrar de más por los dólares y pagar de menos por los pesos, al no haber un precio de referencia.
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